La tecnología acapara cada sector de nuestra sociedad. Es un hecho que no podríamos negar, sino más bien asimilar definitivamente para poder sobrevivir en un mundo donde leer un libro, realizar compras o planificar un viaje, no son lo que eran hace unos diez años.
En el caso de los bufetes y los servicios legales, el alcance de la era digital no queda indiferente. Si bien la abogacía es un campo donde este impacto no se deja ver como en otras áreas, no es menos cierto que la búsqueda de nuevas estrategias exige un cambio de mentalidad, con modelos de negocios más flexibles y enfocados hacia un nuevo tipo de cliente.
Precisamente, estamos hablando de un cliente más avezado, que cuenta con un mayor número de opciones y que por lo tanto, buscará aquellas que le ofrezcan mejores prestaciones en cuanto a precios, tipos de servicios y asistencia legal se refiere.
Internet y las consultas legales
Actualmente, las personas prefieren acudir a la red de redes antes de tratar personalmente con un abogado sobre temas legales. Algunos expertos aprecian una tendencia bastante creciente en este sentido, sobre todo en los Estados Unidos. Sin lugar a dudas existe más información, y por consiguiente una mayor autonomía que le permite al cliente conocer sobre leyes y procedimientos legales directamente desde un ordenador.
El hecho anterior motiva el surgimiento de nuevas ofertas de valor, que permitan obtener no sólo servicios de calidad, sino proveer al usuario de una experiencia excelente que destaque por encima del resto.
Para ello, y con el fin de sacarle el máximo provecho a las bondades de la tecnología, los despachos deben definir una gestión especializada, donde cada profesional pueda desempeñarse en su propio campo y estar dispuestos a aprender y nutrirse mutuamente.
En pleno crecimiento
España es un país en el que el sector se encuentra en pleno crecimiento, con los despachos de abogados apostando cada vez con más fuerza por mejorar su presencia en la red. Una buena estrategia a la hora de definir la línea del proyecto es conocer en qué punto se encuentra y hacia dónde se dirige. Un despacho de , por ejemplo, sólo obtendrá el crecimiento deseado si se establece un buen modelo, no sólo en cuanto a cantidad de jurisdicciones o tipo de facturación, sino también en cuanto a los integrantes del equipo y los objetivos generales de la organización.
Por otro lado, la tecnología no debe verse como un hecho aislado o insoluble con este tipo de servicios, si bien es importante que puedan dominarse algunos aspectos como la nube, la movilidad y lo que conocemos como big data. El procesamiento de la información será clave para captar nuevos clientes, afianzar la confianza de los ya establecidos, y continuar en un proceso de mejora constante que conduzca a mayores resultados.
“A medida que los usuarios se inclinen más por el uso de la vía digital enfocada a los servicios legales, mayor será la urgencia de contar con empresas basadas en las tecnologías”, nos dicen desde Asesoramiento.org, un portal especializado en el asesoramiento laboral, familiar y fiscal.
Sobre la fijación de precios ¿Tarea imposible?
Se trata de un tema candente que no deja de generar preocupación entre ambas partes: clientes y profesionales. En España por ejemplo, los honorarios atentan contra el proceso de confianza que puede establecerse entre el abogado y el usuario. Al mismo tiempo, los despachos se vuelcan en una contienda por incrementar el número de transacciones, con el fin de elevar las tarifas, en dependencia además de la calidad de los servicios.
Al respecto, muchos especialistas abordan la necesidad de insistir sobre una correcta gestión de proyectos en los despachos, cuya metodología le permita asimilar los errores y aprender de ellos. Un análisis sobre los problemas de la organización permitirá corregirlos y definir un precio adecuado para cada servicio.
No podemos olvidar que el cliente cuenta con acceso a una abundante fuente de información, lo que en otras palabras podría definirse como un mayor número de opciones. El mercado es muy competitivo, y se trata de un usuario que sabe lo que quiere y debe ser tratado como tal.